Degustación de vinos de alta calidad y el más imponente paisaje de los Andes dan la bienvenida a los visitantes.
Viñedos y espejos de agua integrados con la arquitectura disruptiva de la bodega, coexisten bajo la premisa de este emprendimiento: respeto por la naturaleza, tecnología e innovación.
Bodega Anaia, Wines from the Andes, abre las puertas de su flamante Espacio de Enoturismo, destinado a recibir, cobijar y deleitar a turistas y visitantes dando un paso más allá de las propuestas tradicionales y sumando a la belleza de su paisaje, video mapping y tecnología de precisión con sistemas avanzados de gestión, entre otros atractivos, para conocer todos los detalles acerca del viñedo y su entorno.
Este oasis es el sueño de un equipo apasionado por la innovación y nuevos desafíos que convergen en un emprendimiento excepcional, destinado a obtener los mejores vinos que la región pueda brindar, aplicando conceptos de sustentabilidad y respeto por el medio ambiente.
Anaia es unproyecto de capitales principalmente argentinos, que nace bajo la idea de “Domaine”, es decir, los vinos se elaboran con las uvas de la propia finca ubicada en Agrelo, Luján de Cuyo, en la primera zona vitivinícola de Mendoza y a una altitud de 960 msnm.
Poseedora de vistas que son un ícono de Mendoza y con un efecto estético que es tributo a la montaña, la bodega fue diseñada por los arquitectos mendocinos Gabriel Japaz y Pablo Guerra, y edificada por Santiago Monteverdi Construcciones. La arquitecta Luisa Yanzón tuvo a su cargo el interiorismo de los espacios y la empresa Creative PMO, la dirección de proyecto.
Está pensada para ofrecer una experiencia sensorial y novedosa a los visitantes que, deseosos de encontrar nuevas opciones, encontrarán diferentes espacios para disfrutar de los vinos, con interacciones y actividades lúdicas mientras degustan y disfrutan de una jornada irrepetible e inolvidable.
Anaia emerge de la tierra, siguiendo un estilo arquitectónico que simula un plegamiento del cual aflora el edificio, y alberga una capacidad de hasta 300.000 litros, lo que la posiciona como una bodega pequeña en Argentina. Está equipada con tecnología de clase mundial y un método de fermentación y crianza absolutamente innovador desarrollado por el equipo de la bodega, que incluye enormes y novedosos “mates” de concreto.
Una particularidad de la finca que rodea el establecimiento son sus viñedos, delineados en forma irregular, como si fuesen un vidrio roto. Esta aparente forma caprichosa –que se refleja reiteradamente en el mobiliario, lámparas y etiquetas- responde a la lógica de haber seleccionado cada sector de la finca para las cepas más aptas para ese tipo de suelo, siguiendo el concepto de terroir.
“Tanto la bodega como la vivienda forman parte de un conjunto que dialoga entre sí, donde las visuales hacia la Cordillera entre lagunas de riego utilizadas escenográficamente, permiten un juego de imágenes, reflejos y sonidos del agua que recuerdan que Anaia pertenece al sistema del oasis central de Mendoza, donde el agua como recurso cumple un rol fundamental y a la que se homenajea. El diseño de la bodega está inspirado en la tierra y el paisaje de Mendoza; en su topografía de montañas; en la flora xerófila de sus cerros; en la textura y el color de sus rocas milenarias, y en el cambio de tonalidades terrosas, que responde a distintos estratos que fueron sedimentando a través de miles de años”, comenta el arquitecto Gabriel Japaz.
Tal como el vino nace de la tierra, Anaia emerge de la misma con la fuerza de un plegamiento tectónico, en este caso construida en hormigón, que es la “roca líquida” como lo definió Le Corbusier, el arquitecto más influyente del siglo XX.
Espacialmente el edificio es sencillo y contundente: un prisma rectangular de 11 metros de ancho por 100 metros de largo en donde se suceden en forma lineal los distintos sectores que la gama de estos vinos necesita.
El sector Vendimia se puso en marcha en 2019 (con la nave de fermentación, nave de barricas, nave de botellas y galería de expedición).
Hoy se inaugura en la planta alta el sector destinado al Enoturismo, compuesto por una sala con capacidad para 30 personas con vista panorámica a la Cordillera de los Andes y balconeo a la sala de tanques y de barricas. Acceso por rampa, amigable para personas con dificultad de desplazamiento. En planta baja, una sala de degustación equipada con una sofisticada instalación multimedia brindará una experiencia sensorial única en su tipo.
Dada la necesidad de establecimientos que ofrezcan alojamiento dentro de una bodega que permita desarrollar actividades grupales e integrativas teniendo al vino como catalizador de los objetivos propuestos, Anaia cuenta, además, con una casa de visitas o Business Lodge la que se destinará al turismo corporativo para realizar reuniones anuales de directorio; team building; actividades de coaching y mentoring cerca de la ciudad de Mendoza.
Como síntesis, forma, función, integración al paisaje, control térmico en forma pasiva, economía de recursos hídricos y de energía, austeridad y elegancia, forman parte de un mismo concepto arquitectónico que define a Anaia Wines.