El trasplante es una realidad cotidiana en nuestro país. En las últimas décadas el trasplante de órganos se ha consolidado como tratamiento médico para dar respuestas a diversas patologías.
Argentina, al igual que muchos países del mundo, contempla en su legislación a partir de 1977 los criterios de certificación de la muerte. Es relevante entender la diferencia entre la muerte cerebral o encefálica, el estado de coma y el estado vegetativo. La muerte cerebral se debe a gravísimas lesiones que afectan el cerebro y tronco cerebral, por ejemplo: traumatismo de cráneo o hemorragia cerebral. El cuadro se completa con el cese irreversible de la actividad eléctrica cerebral y de paro circulatorio cerebral. El fallecimiento se produce por daño irreparable de centros neurológicos indispensables para la vida.
El art 23 de la Ley 24.193 exige: “El fallecimiento de una persona se considerará tal cuando se verifiquen de modo acumulativo los siguientes signos, que deberán persistir ininterrumpidamente seis (6) horas después de su constatación conjunta: a) Ausencia irreversible de respuesta cerebral, con pérdida absoluta de conciencia; b) Ausencia de respiración espontánea; c) Ausencia de reflejos cefálicos y constatación de pupilas fijas no reactivas; d) Inactividad encefálica corroborada por medios técnicos y/o instrumentales adecuados a las diversas situaciones clínicas, cuya nómina será periódicamente actualizada por el Ministerio de Salud y Ambiente con el asesoramiento del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI).”
Por tanto, hay que referirse a la muerte encefálica como muerte sin ningún tipo especificación técnica particular.
En cambio, el “estado de coma” consiste en la pérdida de conciencia. Esto no significa que hay pérdida de todos los reflejos neurológicos ni de la actividad eléctrica y circulatoria cerebral. En estado de coma el paciente está vivo.
Y el “estado vegetativo permanente” es un estado irreversible de pérdida del contenido de la conciencia, acompañado de otros déficits neurológicos. El paciente está vivo y conserva el reflejo respiratorio y otros reflejos neurológicos rudimentarios.
La donación de órganos y tejidos es un acto altruista, generoso, confidencial, gratuito. Es un acto tan maravilloso, que 1 (un) donante puede salvar la vida de 8 personas, gracias a que los órganos que se pueden donar son los riñones, el hígado, el corazón, los pulmones, el páncreas y el intestino. Estos 8 órganos, en casos de donantes ideales, permiten realizar 8 trasplantes y salvar la vida a la mayoría de estos receptores. Además, los tejidos (conjunto de células con funciones similares) también se pueden donar y trasplantar. La córnea, la piel, los huesos, tendones y músculos, las válvulas cardiacas y las arterias o venas, probablemente no salvan vidas, pero las mejorarán considerablemente.
Es motivo de orgullo Nacional, que la Argentina sea líder de América Latina en donación y trasplante de órganos. Alberto Maceira, presidente de INCUCAI afirmó que nuestro país alcanzó un promedio de 20 donantes por millón de habitantes, un crecimiento del 60% respecto del 2018. La provincia de Entre Ríos se mantiene primera en las estadísticas nacionales de donación de órganos y tejidos del Incucai, con una tasa que no baja del 16.73 donantes por millón de habitantes en los últimos diez años y en 2.019 alcanzó el 23.30.
A diferencia de otras prácticas médicas, requiere de la participación y compromiso de toda la sociedad para salvar vidas.