Argentina sufre el déficit de aquellos jugadores que en el fútbol moderno son vitales: los laterales.
Nuestro país tiene un fútbol muy atractivo, sus categorías inferiores promueven muchos buenos jugadores. Centrales, volantes y delanteros. Pero tiene escasez de algo que no es menor, de laterales.
No hay un buen semillero de ese tipo de jugadores. Hace muchos años venimos observando a los mismos. La Copa América dejó ver (muy detenidamente y con poco incapié) la situación que estoy narrando. Argentina tuvo a lo largo de su historia laterales como Sorín o Zanetti, que por condiciones nunca fueron igualados.
Decía Nicolás Tagliafico en una entrevista periodística que un chico quiere ser autor de los goles, y no partícipe de la jugada. Las estadísticas asustan: de 100 chicos que se prueban, menos del 5% quiere ser lateral. “Todos los chicos quieren ser Maradona o Messi” se queja un formador.

En el mundo actual cuesta encontrar laterales de alto calibre. Las tácticas y modos de jugar modernas obligan a que los mencionados pasen y sean colaboradores en el ataque de un equipo, ya que se dejó de jugar con extremos. Es más fácil enseñar a defender que a atacar, sueltan algunos Entrenadores.
Brilla la ausencia de laterales en el fútbol Argentino. Voy a las pruebas: El Seleccionado tuvo en el lugar que Brasil tenía a Dani Alves (36 años y 40 títulos) a Juan Foyth, un jóven que se posiciona como buen marcador central, pero que tuvo que recurrir a las bandas casi por emergencia.
El negocio también influye: Desde Europa, pagan 10 veces más por un delantero que por un lateral. Por eso acá no se invierte en esa zona, y apuestan a la improvisación de remover jugadores de su puesto natural para ubicarlos en esa zona. La culpa no es de los jugadores, si no de la falta de trabajo en esos puestos claves. Que resultan tan vitales como cualquier otro sector del campo de juego.