Entender qué significa Gallardo no solo para los hinchas de River, si no para todos los que amamos el fútbol
30 de mayo de 2014, una abrupta salida de la conducción técnica de Ramón Díaz obligó al Mánager Enzo Francescoli a buscarle un reemplazo. Y lo hizo. Confirmaba la vuelta de Marcelo Gallardo al club, pero esta vez como entrenador.
Conocedor del estilo Riverplatense y hombre de la casa. Un plantel campeón y la vara alta. Pasaron muchas cosas en los casi 10 años para que River volviera a ser protagonista. Entre ellas, un descenso. Aquél equipo conducido por el Riojano era vistoso y ofensivo. Pero el Muñeco no se conformó con eso.
El penal atajado por Barovero a Gigliotti y el gol de Pisculichi a Boca en el Monumental era, sin saberlo, un quiebre en la historia, y el inicio de un capítulo dorado en las páginas millonarias.
Gallardo entendió que River tenía que tener algo más que buen fútbol: un espíritu ganador. Su convencimiento y capacidad lo llevaron a ratificarlo año tras año y plantel tras plantel, incluso a adaptarse a bajas hiper sensibles en cuánto a lo futbolístico.

Él crece, se reinventa, se prepara. Planifica como un entrenador que lleva años en su profesión. Se exige a sí mismo y contagia motivación a todos. “Me da confianza, es un River que no falla cuando tiene que aparecer. Tenemos con qué creer” Me dice Leandro, el amigo más identificado con River que tengo.
Por supuesto que también se equivoca, pero allí está el secreto: Sabe que debe cambiar y mejorar para la siguiente instancia, provocando sorpresas e incertidumbres respecto al estilo de juego, o incluso borrando todo lo planificado para un partido y arrancar de nuevo. Hasta en el vestuario, a punto de salir a jugar el segundo tiempo.
Todo River sabe que nadie estará a su altura, que nadie lo podrá igualar lo que genera Gallardo al menos en la inmediatez. Todo lo que queda es disfrutar a un estratega que tiene futuro Europeo y, obviamente, de Selección.