El Club catalán atraviesa un duro momento futbolístico.
Siempre escuché comentarios como “Dirigir al Barcelona lo hace cualquiera”, por el hecho de lo enorme que es la institución, sus jugadores e hinchas. Hoy, a esa frase se la lleva el viento, y quedan al descubierto muchas cosas.
A fines del año pasado ya se hablaba de la partida de Ernesto Valverde, que llevaba en su espalda no solo la durísima derrota contra Liverpool, si no también su incapacidad para hacer jugar bien al Barcelona. No es el único responsable, pero sí un motivo de este momento.
Quedó eliminado dos veces de Champions League, con una goleada a su favor. No tiene una zaga central que ofrezca seguridad. Ubica a De Jong en una posición incómoda, donde siempre termina asfixiado por los rivales, (que toman nota de esto), y lo mismo sucede con el lateral Semedo.
Probablemente, el error más grande de este Entrenador fue haberse quedado, cuando su momento futbolístico no era bueno, y la opinión popular lo castigaba. Queda claro que, a pesar de sus títulos en Ligas Locales, no está a la altura del Barcelona.
Esto no quiere decir que sea un mal técnico, para nada. Es simplemente que un Club ambicioso de buen juego que derive en títulos, le quedó grande. Y es que Josep Guardiola dejó la vara muy alta, y Valverde no puede saltarla.
Cuenta con un plantel muy rico futbolísticamente hablando, y eso debe motivarlo a asentar una base, y lograr que su equipo sea vistoso para el público. No por deseo mío, es porque la historia del Barcelona así lo demanda.
Veremos como continúa esto, si algo cambiará o seguirá igual. Sería milagroso que Barcelona cambie, de un día para el otro, su juego y sus resultados. Pero es fútbol, todo puede pasar. Lo que sí se mantiene es algo, y es que al final, dirigir al Barcelona no era tan fácil como decían.