«Había una mujer en Alejandría que se llamaba Hypatia, hija del filósofo Teón, que logró tales alcances en literatura y ciencia, que sobrepasó en mucho a todos los filósofos de su propio tiempo.” Así la describe el historiador Sócrates Escolástico en ésta cita. Nació en Alejandría alrededor del año 355. Habiendo sucedido a Plotino en la escuela platónica que él fundara, Hipatia explicaba los principios de la filosofía a sus oyentes, muchos de los cuales venían a Alejandría desde lejos para recibir su instrucción. En el año 415, es brutalmente asesinada por un grupo de fanáticos cristianos a quienes su erudición les hacía sentirse amenazados. Hipatia de Alejandría, fue una persona extraordinaria para su época. Es la primera mujer matemática de la que existe conocimiento seguro, y que tiene su lugar en la historia del pensamiento científico. Su brutal asesinato ilustra claramente el paso del razonamiento clásico al oscurantismo medieval. En la actualidad, es un referente de los movimientos feministas quienes la han reivindicado como paradigma de la mujer liberada.
De Alejandría a Babilonia retrocedemos hasta el año 539 a.C. para conocer a un grande. Efectivamente, en ese año, los ejércitos de Ciro el Grande, rey de la Persia antigua, conquistan Babilonia. Pero sus acciones posteriores marcaron un avance significativo para la humanidad. Liberó a los esclavos, declaró la libertad religiosa y estableció la igualdad racial. También liberó a los judíos de su exilio en Babilonia y ordenó reconstruir el templo de Salomón en Jerusalén. Ciro fue un gobernante iluminado y tolerante, un monarca ideal, admirado hasta por sus enemigos. Dejó escrito en una pieza de arcilla cocida, con una hermosa escritura cuneiforme, sus conquistas y las medidas políticas que muchos consideran como la Primera Declaración de los Derechos Humanos. Se ubica entre los años 539 y 500 a.C. y ha sido traducido a seis idiomas por ser considerado el predecesor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este valioso documento de la antigüedad se conoce como “ El cilindro de Ciro”; pieza descubierta por el arqueólogo Rassam durante la excavación del templo de Marduk en Babilonia y que hoy se encuentra en el Museo Británico.
Ahora nos ubicaremos en el año 356 a.C. en la ciudad de Éfeso, (actual Turquía). Ese año, un pastor de la ciudad llamado Eróstrato, fue el responsable de la destrucción del Templo de Artemisa ( diosa griega de la caza ) . Este templo estaba considerado una de las siete maravillas del mundo. Eróstrato lo incendió deliberadamente con el único pretexto de que su nombre pasara a la historia. Al conocerse ésta intención, se prohibió bajo pena de muerte el registro del nombre de Eróstrato para las generaciones futuras, lo cual no bastó para borrar el nombre ni la acción de éste hombre. A tal punto ha tenido eco en la modernidad, que en el ámbito académico de la Psicología se denomina “ complejo de Eróstrato” al trastorno según el cual un individuo busca sobresalir. De ahí se acuñó el término “ erostratismo” para designar el comportamiento que lleva a cometer actos delictivos para conseguir renombre.
Hasta los próximos relatos condensados…