El lunes amaneció gélido y húmedo; el viento se colaba silbando por las rendijas de todas las puertas y ventanas de la casa. Francisca detestaba esa ventolera invernal que invadía los ambientes sin que ella pudiera hacer nada. Fastidiada con la situación, rezongaba en voz alta mientras preparaba el café : -Todos los años les pido que pongan burletes en las aberturas pero lo van dejando para después. Siempre tienen cosas más importantes que atender, decía. En ese momento Mario entró a la cocina exclamando en tono burlón – ¡ Lo que nos faltaba, ahora hablás sola ! Francisca se dio vuelta hecha una furia y le espetó : -¡ Claro que hablo sola! Es la única forma de llamar la atención y de que me den pelota, carajo! Hace más de tres años que les digo que hay que poner burletes en las aberturas y nada! Llega el invierno y acá estamos; muertos de frío, con chifletes que te despeinan y hasta te enfrían la sopa. Con la velocidad de un felino, Mario le contestó riendo : -El café, querrás decir. – ¡Lo que sea ¡ gritó Francisca y agregó : ¡ Lo que sea, se enfría ! ¿ Sabés qué significa enfríar ? Frío, fresquete, ventolera, chiflete, burlete, ¿ te suena?- Mario se sirvió el café y no le contestó. Ella siguió con vehemencia :- Saben que odio el frío, saben que me hace mal, pero no, ustedes están muy ocupados como para perder tiempo con unos burletes de mierda ¿ no? Todos los años pasa lo mismo, el invierno nos sorprende de un día para otro con el frío de golpe y …¡ a joderse ! Porque te recuerdo- prosiguió- que el calefactor apenas entibia. Habría que limpiarlo para que funcione como corresponde, pero tampoco hacen eso. – Mario, que ya había terminado su café trató de suavizar la situación, diciendo : -Está bien Franchi, no te pongas así. Ya le voy a decir a Gustavo que lo arregle, él tiene más tiempo que yo.- Francisca de espaldas a su hermano y mirando por la ventana le contestó : -No te creas, Gustavo es más escurridizo que jabón derretido bajo la ducha, además no le gusta hacer estas cosas; mejor llamo a alguien y le pago para que las arregle. Eso sí, tendremos que ajustarnos con los gastos del mes, pero yo soluciono este problema hoy mismo. –y agregó- No parecen mis hermanos, siempre tengo que estar suplicando para que hagan algo de la casa, en cambio ustedes tienen todo resuelto; porque yo me ocupo de las compras, la comida, la ropa, los perros, todo. La verdad, estoy harta, podrida, cansada, con muchas ganas de irme, no sé a dónde pero irme a vivir sola. Son unos egoístas, por ahí pareciera que no existo, que les da lo mismo si estoy o no, si siento frío o no, porque si me tuvieran en cuenta, habrían arreglado la casa durante el verano o incluso en el otoño, pero antes del frío. Y te digo que son egoístas porque como no sienten ni sufren el frío y están todo el día afuera , ni se dan cuenta del problemón que tiene esta casa. Encima, llegan a la noche, se duchan, cenan y se van a dormir. ¡Imaginate ! ¿ Qué preocupación pueden tener? En cambio, yo me tengo que quedar acá haciendo las tareas domésticas mientras me congelo. Sufro el frío desde que vine al mundo y les consta, pero no hacen nada para que la casa esté calefaccionada- Francisca tomó un respiro y se calló. Había hablado mucho, se daba cuenta de eso pero necesitaba desahogarse. Permaneció parada frente a la ventana hasta que oyó unos cuchicheos, pensando que eran sus hermanos burlándose de ella, se dio vuelta violentamente con las manos en jarra. Para su sorpresa, Mario traía varias cajas con burletes y Gustavo una enorme en la que podía leerse “ Calefactor Orbis ”. Emocionada, se acercó y los abrazó rogando que la disculparan por todas las cosas que había dicho pero Mario le respondió que él sólo había escuchado que los chifletes enfriaban hasta la sopa y que el calefactor apenas entibiaba. Después, me fui a trabajar- agregó.
Francisca se sintió aliviada al saber que Mario no había escuchado todo ese palabrerío de reproches y quejas. Volvió a agradecerles por los burletes y el calefactor nuevo. No lo podía creer, por fin la casa estaría templada y ella feliz. Distraída con sus pensamientos, no los vio cuando dejaban una bolsa de gran tamaño sobre el piso, cerca de sus pies. La bolsa en cuestión provenía de una tienda muy conocida y ostentaba un moño para regalo color rojo. Asombrada les preguntó : -¿ Y ésto? -Un regalito contestaron a dúo. Ella sonrió y abrió la bolsa con rapidez.
Era un edredón de plumas, un edredón que siempre quiso pero resultaba muy costoso para el presupuesto familiar. Lo abrazó contra su pecho y lo sintió inmenso, liviano, tibio, suave y de color naranja; su color favorito.
La mirada de Francisca iba de Mario a Gustavo; de Gustavo a Mario. Estaba por comenzar un juego en el que las palabras no jugarían. Entonces, ella desplegó su edredón naranja, se lo puso sobre los hombros a modo de capa y empezó a caminar ceremoniosamente por el living de la casa. Lo hacía con la cabeza erguida, luciendo una sonrisa elegante y con su mano derecha saludando a los dos súbditos, que inclinaban sus cabezas ante el paso de la nueva reina.
Hasta los próximos relatos …condensados.