Ese sábado, el último de Julio de 1.989, Matías había quedado solo en la casa. Cansado de aburrirse con la televisión, apagó el aparato y se recostó en el sillón del living con la mirada fija en la pared que tenía en frente. Al cabo de un buen rato, de un salto llegó hasta el escritorio de su abuelo, tomó un bolígrafo negro y empezó a escribir mientas iba diciendo en voz alta : -Al caballo le voy a poner Viento y al hombre que lo monta, David como mi tío. Al campo por donde cabalgan, Verdelima y al perro lanudo que corre con ellos, Salvador. El corral del fondo podría llamarse El Descanso y …uhhhhhh! ¡ Las ovejas ! ¿ Cómo hago para con las ovejas ? Debe haber como cien…¡ No voy a poder ponerle nombre a todas !
¡Ya sé! gritó contento : -Armo diez grupos, pongo una oveja jefa en cada grupo, a esa le busco un nombre y ahí tendré diez nombres para todo el rebaño-.
De esta manera, Matías eligió a las diez ovejas más robustas y les fue encontrando los nombres; así aparecieron : Espuma, Blanquita, Mulata, Nuditos, Rocío, Bonita, Arisca, Paquita, Petisa y Alegría. Ya tenía casi todos los nombre, sólo le faltaba uno para el árbol ubicado al lado del corral, que por su gran tamaño quiso llamarlo Guardián y así lo escribió. Se quedó largo rato mirando la pared, pensando que por fin había encontrado una historia, sin percatarse de la llegada de su madre.
¡ Matías! ¡ Qué hiciste! ¡ Dios mío! ¡ Qué hiciste! -gritaba mientras se iba acercando lentamente al cuadro que colgaba de la pared principal del living. Matías atemorizado, la miraba con cara de asombro sin decir palabra.
- ¡No puede ser! ¡ Esto no puede ser! ¿ Tenés idea de lo que hiciste? – preguntó sin quitar la vista del cuadro- ¿ Cómo pudiste? ¿Te das cuenta? ¡Arruinaste el cuadro del abuelo!
Matías callado, miraba el piso.
- ¡ Este cuadro tiene más de 70 años! ¡Es una obra de arte! ¡ Una herencia de mi papá y vos lo despedazaste !
Matías nunca había visto a su madre tan enojada, pero se animó a decir : -Má, lo único que hice fue ponerle los nombres…
¡ Cómo que le pusiste los nombres! – gritó furiosa- ¿ Te estás burlando Matías?
-No Má, escuchame. A mí siempre me gustó ese cuadro y ahora me gusta más porque encontré la historia.
-¿Qué historia?- replicó la madre- ¿ De qué me hablás? ¡ Lo único que veo son todos esos garabatos sobre la pintura! -dijo desplomándose en el sillón y escondiendo su cara entre las manos.
Matías se le sentó al lado y desembuchó esa historia que galopaba en su interior.
-Escuchá Má : Viento y David están cabalgando por Verdelima. Viento con sus largas crines negras y David con la espalda bien derecha y el sombrero marrón. Al lado de ellos va Salvador estirando las patas delanteras, sacudiendo su pelo lanudo y corriendo tan rápido como Viento. Están juntando el rebaño para llevarlo hasta El Descanso. Ahí entran las ovejas, ¿ vés Má ?, la de adelante es la jefa que va guiando al grupo ¿ves? Acá vienen las ovejas de Alegría, las de Nuditos, y las de Espuma. Un poco más atrás llegan las de Bonita, Rocío, Blanquita , Mulata, Paquita, Petisa y Arisca. Las de Arisca siempre entran últimas; son las ovejas más desobedientes del rebaño. Ahora con todas dentro del corral, Viento, David y Salvador se van a descansar tranquilos; no les quedó ninguna suelta y… ¿ Ves ese árbol gigante que está al lado de El Descanso? Bueno, ése es Guardián, que se queda todo el tiempo ahí parado cuidando a las ovejas. ¿Y sabés qué, Má? Tiene las ramas llenas de nidos repletos de pájaros que duermen protegidos porque también los cuida a ellos. ¡ Lástima que se fueron a dormir temprano y no pude ponerles nombres! –hizo una pausa y preguntó -¿ Te gustó Má ? , ¿ Viste que ahora el cuadro del abuelo es más lindo ?
– Sí Mati –dijo la madre en un suspiro. -Es mucho más lindo, seguro que el abuelo estará muy contento con tu historia- agregó sonriendo.
Luego, abrazó a su hijo con ternura y lo besó.
Hasta los próximos relatos…condensados