Se dice que el vino existe desde hace más de 6.000 años, pero a ciencia cierta no se ha podido establecer aún una época precisa. Pero podemos decir que el vino es tan antiguo como la misma humanidad. Los pueblos nómadas de hace más de 6.000 años ya elaboraban vino a partir de uvas silvestres y cuando se volvieron sedentarios, comenzaron a cultivarlas. Hay evidencias confiables de que hace 7.000 o 6.000 años, se practicaba una forma rudimentaria de elaboración del vino en una zona al sur del Mar Negro, en las llanuras de Sumeria y el Antiguo Egipto. Es interesante resaltar que Sumeria está considerada como la primera civilización humana.
Todos los pueblos de la antigüedad relacionaban al vino con sus dioses, así en Sumeria la diosa Gestín representaba a la cepa madre, ( tronco de la vid del cual brotan los vástagos, las hojas y los frutos ); en Egipto el dios del vino era Osiris, en la mitología griega Dionisio, y Baco lo era para los romanos. En el Antiguo Testamento, después del diluvio ( Génesis 9: 20-22 ), leemos : “ Noé que era labrador, comenzó a trabajar la tierra y plantó una viña. Bebió el vino, se embriagó y quedó tendido sin ropas en medio de la tienda.”
En los primeros poemas de la literatura occidental, el vino se destaca por su presencia permanente, con un protagonismo que roza lo mágico y lo divino, pero siempre relacionándose con los hombres. El poeta griego Homero, autor de la Ilíada y la Odisea ( 800 a.C.), hace innumerables referencias al vino, como ésta del canto IX de la Odisea, en el episodio del Cíclope : “ Desde allí proseguimos navegando con el corazón acongojado, y llegamos a la tierra de los Cíclopes, los soberbios, los sin ley, los que, obedientes a los inmortales, no plantan con sus manos frutos ni labran la tierra, sino que todo les nace sin sembrar y sin arar : trigo y cebada y viñas que producen vino de gordos racimos; la lluvia de Zeus se los hace crecer.”
En la Ilíada, con fines casi mágicos, Hécuba le exigió a su esposo que le pidiera a Zeus una señal propicia “ llevando con la diestra vino, dulce como la miel”, antes de partir para rescatar el cuerpo de Héctor.

El gran poeta latino Virgilio ( siglo I a.C. ), nos relata en el libro II de La Eneida, la caída de Troya, cuando los guerreros griegos salen del caballo de madera en plena noche y Eneas dice que “ invaden la ciudad sepultada en el sueño y el vino, matan a los centinelas, abren las puertas, dan entrada a todos sus compañeros y se unen a las huestes que los esperan para dar el golpe.”

Por último, como dice el salmista del Salmo 104 :15, “ y el vino que alegra el corazón del hombre.”

En el mes del Malbec, cepa maravillosa que sale de nuestra tierra junto con otras que hacen florecer vinos apreciados en todo mundo, creo que se nos podría permitir afirmar humildemente, que Argentina produce vinos dignos de los dioses. Por eso, dejamos a modo de homenaje a nuestro vino, éste soneto glorioso de una de las glorias de nuestra literatura : Jorge Luis Borges.
SONETO DEL VINO
¿ EN QUÉ REINO, en qué siglo, bajo qué silenciosa
Conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría ?
con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.
En la noche del júbilo o en la jornada adversa
Exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto
otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
Como si ésta fuera ceniza en la memoria.

Levantemos las copas en un brindis por el vino, con el vino y el Malbec. Desde Relatos Condensados les decimos, ¡ Salud amigos ! hasta los próximos…