Leyendo
Por qué escribo.

Por qué escribo.

En este artículo intento describir la sensación que me genera el escribir para aquellos que leen mis columnas.

Alguna vez leí la frase “Escribir ordena las ideas”, y realmente no hay nada más cierto que eso. Cuando tenemos algún problema, podemos recurrir a un lapiz y una hoja para plasmar lo que nos pasa. Sentimientos, estudios, trabajos, etc. Lo que sea. Pero el resultado será siempre el mismo, ordenará.

Arranqué con la escritura en 2015, cuando lo hacía en Facebook sobre el equipo del cuál soy hincha. Siempre opinaba y, a la gente, le gustaba. O eso me hacían entender. 2016 abandoné y dejé de lado esa parte mía, creía que no era necesario. Y que estaba aburriendo a la gente. Esa época, algo estuvo apagado dentro mío. Hasta que en 2017 retomé.

No retomé en Facebook, ni tampoco escribiendo columnas sobre ese equipo. Entré a una Web Nacional donde gente de todo el País leía mis palabras. Entonces tenía que esforzarme el doble de lo que hacía. Pero allí volví con eso que me hace estar vivo, que me hace desear. Con la importancia que el deseo tiene en nuestras vidas, y aprendí leyendo a Gabriel Rolón, mi autor favorito.

La lectura siempre significó mucho en mi vida. La lectura de todo tipo. Porque también hay una frase que me marcó: “Aquella persona que sólo sabe de fútbol, entonces no sabe nada”, y también es cierto. Si bien solo escribo de fútbol -por ahora- intento estar al tanto de todo lo que sucede. Y ser partícipe de cada charla que requiera mi opinión.

La lectoescritura une y enriquece a las personas de todas las clases sociales. Por eso, no son solo palabras como dicen algunos. Admiro a aquellos que pueden poner sus sentimientos en palabras. Que las conjugan tan bien, y encienden la perilla de la imaginación en cada una de nuestras cabezas.

Escribir y leer me salvó varias veces de muchas inestabilidades. De no entender muchas cosas que sucedían. No hay placer más grande para mi que sentarme a dar mi opinión sobre algo que sucedió. O, en realidad, si hay. Y es esa gente que me lee, apoya y comparte cada uno de mis artículos.

No son solo palabras. La lectoescritura salva, en verdad lo hace. Han sido dos años maravillosos para mí haciendolo desde lo profesional, despojándome de camisetas, ideales, valores míos, para qué quien me lea pueda sentir que soy objetivo. O al menos intento serlo.

No sé que me deparará el 2020. Nunca pongo propósitos, no sé si estará bien o mal. Quizás debería hacerlo. Pero quedan pocas horas y no se me ocurre nada. Eso sí, ojalá ese año me encuentre escribiendo.

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