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27 de octubre: Día internacional del corrector de textos

27 de octubre: Día internacional del corrector de textos

Corregir también es un arte. Y más, si se trata de la ortografía. Es pulir una obra de arte, darle los últimos retoques antes de la publicación final. Tan importante es esta labor que tiene un día especial en el calendario. Se trata, en realidad, de un reconocimiento a la labor de aquellos profesionales que se ocupan, en las sombras, de cuidar el uso de la lengua en los textos.

Esta fecha fue instituida por la Fundación Litterae en honor al humanista holandés Erasmo de Rotterdam, quien se desempeñó como corrector en el siglo XVI. La Fundación Instituto Superior de Estudios Lingüísticos y Literarios Litterae, con sede en Buenos Aires, Argentina surgió en el año 1988 para difundir el correcto uso del idioma español. Es una institución dedicada a la lengua española: la difunde y promueve su estudio mediante la formación de correctores internacionales de textos. Hoy imparte clases y cursos a distancia con el fin de ayudar a profesionales de la edición y a traductores a mejorar día a día. 

La labor del corrector

El corrector de textos es un profesional que busca en cada artículo, en cada frase, en cada anuncio, etc. erratas gramaticales para eliminarlas y que no lleguen al lector. El corrector de textos, corrector de estilo o corrector ortotipográfico es el encargado de realzar la calidad de los textos. Por ello, su trabajo consiste en reconocer y corregir todos los defectos existentes en los textos para que sean corregidos.

La corrección de estilo, explica Manjula Balakrishman en su Manual práctico para la corrección de estilo, “consiste en la revisión y corrección de un texto para dotarlo de claridad, concisión, uniformidad y coherencia. Incluye la corrección ortográfica, gramatical, sintáctica, ortográfica, tipográfica, estilística y fáctica. Su objetivo no es meramente la expurgación de defectos sino la mejora efectiva del texto”.

Esta profesión es sumamente importante y hace de “camaleón” en los textos: debe comprenderlos, asimilarlos y señalar sugerencias para mejorar la estructura textual. Cuando un texto está bien corregido ningún elemento que lo compone resalta ni llama la atención del lector: la lectura simplemente fluye con armonía. Por ello, es importante difundir la tarea del corrector y reconocerlos como profesionales de la lengua.

Una palabra mal utilizada estropea el más bello pensamiento

Voltaire

Erasmo de Rotterdam

Erasmo de Rotterdam fue un humanista, filólogo, filósofo y teólogo holandés que ejerció durante un tiempo la labor de corrector. Se preocupó primero por ejercitarse en el arte de la escritura y de cuidar el uso narrativo y estilístico del lenguaje. Su intención fue siempre la de buscar un estilo claro, simple y directo. La popularidad de sus obras reside en la gran dedicación que puso para traducirlas del latín a lenguas vulgares de un estilo sencillo.

De ahí que su ocupación en un inicio se centrara en la corrección y edición de, sobre todo, textos griegos, pasando años más tarde a convertirse él mismo en autor de obras que tendrían gran trascendencia. Desempeñó su labor, de forma significativa, en los tiempos en los que la imprenta de tipos móviles estaba en sus primeros años de vida, época determinante para la difusión de la cultura.

El corrector en la actualidad

Algunos siglos después de la época de Erasmo de Rotterdam, esta tarea enmendadora aún es ejercida por apasionados profesionales de la lectura y la escritura. Estos, aunque aún victimas de un cierto desconocimiento popular y de la subestimación de su trabajo cuentan con una presencia necesaria e indiscutible que se hace patente en diversos ámbitos profesionales y académicos.

Son varios los países que han creado asociaciones de correctores y que conforman la Alianza Internacional de Correctores de Textos: PLECA (Profesionales de la Lengua Española Correcta de la Argentina, Asociación UniCo (España), Ascot (Perú), PEAC (México), Correcta (Colombia), AUCE (Uruguay) y Acorte (Ecuador).

En España, la UniCo (Unión de Correctores), asociación que vela por el reconocimiento de los derechos de los correctores y cuyo propósito es fijar la atención sobre la figura de este profesional y exaltar su labor, organiza cada año una «cacería de erratas». Esta iniciativa, en la que se anima a correctores, amantes de la lengua o cualquiera que esté interesado en estas cuestiones a salir a las calles en busca de errores e informar a la asociación de estos, sirve para que numerosas empresas y entidades tomen conciencia de la necesidad del cuidado de la lengua.

Los estilos de corrección

La corrección ortotipográfica se centra, como su nombre indica, en la corrección de la ortografía, la gramática, la tipografía y la unificación del texto. Este proceso se hace atendiendo a las normas de la Real Academia Española de la lengua, con el objetivo de realizar un óptimo control de calidad del texto, por lo menos, desde un punto de vista formal.

Por su parte, la corrección de estilo se encarga de embellecer la obra sin modificarla. Su fin es permitir viajar al lector de la primera hasta la última página sin dificultad, sin que encuentre partes del discurso que le resulten confusas o incomprensibles. Si bien es indiscutible que la segunda no se entiende sin la primera, la evaluación de estilo se ha convertido en la gran desconocida, a pesar de tratarse de una ardua y minuciosa tarea para los profesionales de las letras.

Muchas veces el texto se halla inmerso en el mar de las interpretaciones y de la propia creatividad del escritor que hay que saber dilucidar y respetar: ¿cuál es el contexto? ¿Qué ha querido expresar? La corrección de estilo es mucho más que la suma de a y b; es la pericia de entender y llegar al punto en el que se unen la corrección estilistica y el lenguaje.

Por tanto, ¿en qué consiste la corrección de estilo?

Como podemos apreciar, las labores del corrector son diversas y complejas. A saber:

  • Pulir y mejorar el texto para limpiarlo de posibles vicios o muletillas del autor
  • Deshacer ambigüedades involuntarias. Se trata de conseguir un estilo legible, no tedioso, eliminar aquellas palabras y expresiones redundantes o aquellas que dificultan la comprensión lectora
  • Insertar términos que falten o completar oraciones inconclusas para suprimir lagunas o baches
  • Reparar errores y lograr una mayor precisión léxica
  • Eliminar cacofonías y ampliar vocabulario para obtener una mayor riqueza expresiva
  • Lograr una amplia precisión discursiva mediante la inclusión o supresión de signos de puntuación
  • En definitiva, “embellecer” la cara al texto sin alterar su estructura

“El corrector siempre tiene razón”, dice Stephen King en su libro Mientras escribo . “En otras palabras: escribir es humano y corregir es divino”.

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