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Neuromitos: esas falsas creencias acerca del cerebro (segunda parte)

Neuromitos: esas falsas creencias acerca del cerebro (segunda parte)

¿Quién no ha leído alguna vez que usamos solo el 10% de nuestro cerebro?¿O que escuchar a Mozart mejora la capacidad de atención o que los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo tienen funciones radicalmente opuestas? Los neuromitos hacen más daño de lo que muchos creemos. Por eso se han convertido en motivo de preocupación, y cada vez más científicos y docentes trabajan para desterrarlos

Que los cinco primeros años de vida son los únicos determinantes, que existen distintos estilos de aprendizaje, que hay diferencias cerebrales entre hombres y mujeres son parte de las creencias que aunque han sido descartadas por la ciencia, todavía siguen presentes en el ideario popular.

Tracey Tokuhama-Espinosa, una destacada investigadora educativa estadounidense, asegura que la falta de modernización que existe en el ámbito educativo se ve reflejada en el poco conocimiento respecto del funcionamiento del cerebro, lo que lleva a que algunos profesionales del área aún crean en neuromitos ya descartados por la ciencia.

¿Qué son los neuromitos?

Comencemos haciendo un breve repaso. Según Carlos Rozas, académico de la Universidad de Santiago de Chile y especialista en neurofisiología, los neuromitos representan “creencias sin fundamento sólido sobre como funciona el cerebro humano, más bien correspondientes a una pseudociencia y en la que algunos docentes basan sus prácticas pedagógicas”, lo cual, en sus palabras, “es preocupante”. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) explica que son malas interpretaciones o afirmaciones entendidas fuera de contexto, de hechos científicamente establecidos sobre el funcionamiento del cerebro que la sociedad ha aceptado y aplicado erróneamente en el ámbito educativo.

Difíciles de desmontar

El neurocientífico español José Manuel García Moreno dejó bien claro que los neuromitos “pueden surgir de malas interpretaciones de investigaciones en el campo de las neurociencias”, aunque no siempre sus planteamientos son falsos en su totalidad. También muestran medias verdades, o ‘semi’ verdades. “Esos son los más complejos de erradicar”, comentó.

En una infinidad de casos se trata de simplificaciones o malas ‘lecturas’ de resultados y evidencias científicas. Se sostienen sobre una base cierta, que puede distorsionarse, adornarsetergiversarse, reinterpretarse. El hecho de que un neuromito presente algún resquicio de verosimilitud es lo que hace que sea más difícil de desterrar.

Por ello y para ilustrar el problema, a continuación te mostramos algunos de estos mitos de la neurociencia aplicada a la educación mas difundidos:

1. “Se usa un hemisferio del cerebro más que el otro”

Es ampliamente difundido que las personas “lógicas y analíticas” utilizan más su hemisferio izquierdo y que los “creativos y artísticos” usan más el derecho. Sin embargo, los estudios con imágenes de RNM muestran que se emplean los dos hemisferios cerebrales por igual, y que ambos trabajan juntos y coordinados.

Por ejemplo, si bien las áreas del cerebro implicadas en el habla se encuentran preferentemente en el hemisferio izquierdo, es el hemisferio derecho el encargado de otros aspectos del lenguaje, como la entonación y el énfasis, por lo tanto la coordinación entre ambos hemisferio es perfecta.

El análisis de imágenes de resonancia magnética funcional (fMRR) echó por tierra el popular neuromito que reza que los hemisferios cerebrales son independientes. Dicha evidencia muestra como el cerebro funciona como un todo, desmiente la creencia sobre que algunas personas tienen personalidades que son más creativas ya que su hemisferio derecho es más activo, mientas otras, al tener dominancia del hemisferio izquierdo, son más analíticas y lógicas.  (Nielsen et al. 2013)

El cerebro, entonces, trabaja de manera integrada. Sí es verdad que, en algunos procesos, hay cierta predominancia de uno de los hemisferios sobre el otro. Pero no es tan categórica como para considerar que cada hemisferio tiene atribuciones totalmente distintas a las del otro.

2. “Las habilidades están radicadas en uno de los dos hemisferios del cerebro”

Otro de los neuromitos más populares es el que estipula que las habilidades analíticas radican en el hemisferio izquierdo, mientras que las del pensamiento creativo y las emociones se encuentran asociadas al derecho. Con el tiempo se ha demostrado que no existe la activación preferencial de una zona u otra del cerebro. Todo el cerebro siempre está activo. Es cierto que existen zonas especializadas para el procesamiento fino o zonas que si son afectadas disminuyen notablemente las capacidades de lenguaje de una persona, pero esto no quiere decir que las capacidades estén focalizadas directamente en ese lugar.

Rozas precisa que la tecnología actual ha revelado que “cuando una persona habla o mira un objeto, todo el cerebro se activa, no solo el derecho o el izquierdo. Tokuhama, por su lado, confirma que “la idea de que una parte del cerebro es responsable de una destreza específica ha sido reemplazada por el concepto de redes o circuitos neuronales que conectan varias partes del cerebro para funcionar”.

3. “El cerebro está inactivo durante el sueño”

Incluso al dormir el cerebro trabaja sin descanso sintetizando hormonas, consolidando la memoria, debilitando conexiones neuronales y produciendo literalmente un auténtico “lavado de cerebro”, indispensable para estar bien despiertos y funcionar a pleno al día siguiente. 

Al respecto, una investigación de la Universidad de Rochester, publicada en la revista Science, descubrió que las células del cerebro durante el sueño se “encogen” y el cerebro aprovecha para “limpiar” las sustancias de desecho que fueron generadas durante el día. El líquido cefalorraquídeo realiza dicho “lavado” y por ello el periodo de descanso es uno de los más necesarios del día para producir funciones que consumen mucha energía y que no se podrían realizar mientras la persona está despierta.

Esta falsa creencia se difundió mucho tiempo hasta que quedó confirmado a través de neuroimágenes que incluso cuando dormimos no existen áreas de nuestro cerebro que se apaguen, y que la supuesta “parte silenciosa” corresponde a la corteza de asociación, la cual juega un papel esencial en la integración de las percepciones que preceden de los sentidos, las emociones y los pensamientos.

El cerebro solo aprende si hay emoción

Francisco Mora, doctor en Neurociencias y doctor en Medicina

4. “El cerebro de los viejos ya no aprende”

Esto es falso, ya que las conexiones neuronales se mantienen extremadamente plásticas durante toda la vida. Si bien esta plasticidad disminuye con los años, eso no significa que en la vejez no se aprendan cosas, sino que, al contrario, los nuevos conocimientos resultan siempre un excelente ejercicio para el cerebro.

Según Carlos Rozas, “nuestro desarrollo cerebral no se termina cuando acaba la enseñanza formal, sigue mucho más adelante. Hemos sido privilegiados por la naturaleza al tener un cerebro capaz de aprender a cualquier edad. Incluso, los adultos mayores no tienen impedimentos en aprender nuevas cosas”.

5. “Las neuronas no se regeneran” 

Es un neuromito también falso, ya que se pudo demostrar la neurogénesis (el nacimiento de nuevas células) en el sistema nervioso adulto. Si bien no es algo que ocurra a gran escala, sucede preferentemente en el hipocampo, el bulbo olfativo y el epitelio olfativo. Inclusive, recientemente se ha observado que sucede en distintas zonas de la corteza cerebral de los monos.

6. “Los estudiantes que consumen bebidas y alimentos azucarados padecen una pérdida en el nivel de atención”

De entre los neuromitos centrados en relacionar comportamiento y biología resultan sumamente llamativos los que tienen que ver con la ingesta de alimentos y bebidas. No solo abundan entre los docentes, sino que también son altamente respaldados por muchos padres.

Nada más lejos de la realidad si atendemos a recientes estudios que muestran que el azúcar no tiene un efecto significativo en el comportamiento y el rendimiento intelectual de los niños.

Aunque no negamos los posibles efectos perniciosos para la salud del abuso de los alimentos azucarados es importante señalar que, en términos exclusivamente relacionados con la búsqueda de rendimiento, la creciente obsesión de muchos padres y centros educativos por controlar la ingesta de estos productos por parte de los estudiantes parece poco justificada.

7. “Cuantas más horas pasen los alumnos en la escuela, más aprenderán

¿Hay alguna evidencia que nos lleve a pensar que cuantas más horas estén los niños y los jóvenes en la escuela más –y mejor– aprenderán? Ciertamente, los últimos estudios demuestran una relación inversa y se cumple la máxima de que “menos es más“. Lo demuestra el hecho de que tanto en Finlandia como en Corea del Sur (dos de los países con sistemas educativos que mejor puntúan en evaluaciones internacionales), los profesores imparten menos horas de clase al año que la mayoría de los países de la OCDE. En particular, España se encuentra entre los países con mayor carga horaria escolar. Sin embargo, a pesar de que dedica más tiempo a las clases que la mayoría de naciones de la Unión Europea, no obtiene mejores resultados en las evaluaciones.

El aprendizaje depende más de la calidad que de la cantidad del tiempo empleado. En el caso de Finlandia, por ejemplo, la ley aconseja que las lecciones no duren más de 45 minutos, con descansos intercalados orientados al juego libre en el exterior (independientemente del clima). A pesar de esto, si un docente necesita más tiempo, puede ampliar su sesión, siempre y cuando aumente proporcionalmente el tiempo de descanso. Y es que el recreo en ese país es considerado como un tiempo esencial para el aprendizaje y nunca una pérdida de tiempo.

8. “El cerebro es distinto dependiendo del género

Según Tokuhama, este es uno de los mitos que más daño ha hecho en los salones de clase de Latinoamérica, sobre todo porque impacta en el desarrollo de niñas y niños. Según explica, si bien los cerebros tienen diferencias, “esto no se traduce en una potencialidad intelectual distinta entre géneros (…). La menor presencia de mujeres en carreras científicas tiene más que ver con la percepción de la sociedad que con el potencial cerebral”.

De hecho, enfatiza al precisar que “no existe superioridad de géneros, nacionalidades u otros para las destrezas que pueden tener los estudiantes (…). Sin embargo, las expectativas, así como los prejuicios que profesores y profesoras tienen respecto de sus estudiantes, sí influyen en el aprendizaje y el rendimiento escolar”.

La psicopedadgoga y docente chilena Michelle Olguí coincide con lo anterior y asegura que “si bien existen diferencias neuroquímicas entre los cerebros masculino y femenino, estas no son intelectuales. Tanto niños como niñas tienen la misma capacidad para aprender. Por ello se vuelve fundamental que los docentes y profesionales de la educación abandonemos los prejuicios y potenciemos a nuestros estudiantes por igual“.  

Otros “neuromitos” que nos quedaron en el tintero:

  • el cerebro humano es muy distinto al de otros animales“;
  • el ejercicio mejora la comunicación entre los hemisferios cerebrales“;
  • cada función cerebral activa solo una parte del órgano“;
  • el cerebro de las mujeres es inferior para las matemáticas” y muchos otros que ampliaremos en próximos artículos.
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