En la época que internet ha generado un impacto en nuestra manera de relacionarnos entre los seres humanos vamos a hablar del amor
Hoy en día hemos conseguido grandes beneficios debido a las posibilidades que brindan los avances tecnológicos. Más precisamente, internet se ha convertido en uno de los pilares de nuestras vidas, nos ayuda a tener contactos con amigos que hace tiempo no veíamos y favorecidos por las redes sociales mantenemos contacto, o conseguimos trabajo por plataformas digitales en donde se anuncian propuestas laborales, entre otros cambios positivos.
Ahora bien, centrándonos en el amor, podemos decir que también ha sufrido múltiples modificaciones. Antes, las personas se relacionaban con quienes veían en carne y hueso, compartían su trabajo, su rutina o se los presentaba algún amigo. Actualmente, se basta con tener una presencia virtual favorecida o aplicaciones como Tinder, Badoo, o el mismísimo Facebook para llegar a una cantidad de posibles amores antes impensados.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, este amor ha sido vaciado de contenido, es decir, ante la facilidad de conseguir personas con quienes estar, se ha perdido la especialidad de cada uno. Nos vendemos en el mercado como ganado, publicando nuestras mejores fotos, gustos e intereses a fines con la mayoría para conseguir «amor».
Este tipo de «amor» se vuelve superficial, guiándose por estereotipos que vemos en los medios. No obstante, el hecho de seguir estereotipos no es algo nuevo, en el fondo todos tenemos modelos mentales conscientes o inconscientes que nos dicen que persona es la adecuada. La diferencia es que en la era digital nos regimos por cuerpos esbeltos, autos lujosos, fama en las redes sociales, entre otros aspectos superfluos que vemos de manera virtual y pocas veces se condice con personas reales.
«Las personas se contactaban en la plaza del pueblo, en la iglesia, en la fiesta familiar, y se relacionaban, es decir, se podían ver, escuchar, hablar, discutir, pelear, alegrarse, bailar, llorar, etc. En aquellas épocas podían verse a los ojos, sentir el buen olor o el mal olor, escuchar el susurro de una frase bonita o un grito y sentirlo, eso equivalía a sentirse vivo y visto«
Anónimo
De todas maneras, las atracciones siempre tienen un componente físico, pero el amor, algo más profundo, tendría que estar relacionado con sentimientos, emociones y cualidades de ese «otro» que nos enamore. Se trata de características que nos ayuden a crecer, que se pueda ser un equipo, y planear un futuro acompañados.
Amor también es comprender que no todos los días son buenos, que esa otra persona tiene sus sube y baja de sentimientos como también los tenemos nosotros. Es comprender que no hay que bajar los brazos a pesar de circunstancias adversas, obviamente siempre que la relación sea sana.
Por otra parte, las relaciones se sostienen mediante «Whats App», mensaje de texto u otros medios. Ya no es común ir a visitarse cara a cara, con un mensajito ya quedamos bien para que esa persona crea que estamos pensando en ella.
La pregunta es ¿Cuantos han encontrado el amor verdadero mediante estos mecanismos? Lamentablemente, podemos decir que muy pocos. Esto es debido a que las relaciones se vuelven descartables, ante la facilidad de conseguir «otra» persona que esté con nosotros, ante el primer problema nos alejamos y pocas veces apostamos todo por una relación.
Más allá de que los algoritmos mejoren día a día y traten de acercarnos a aquella persona que «tiene gustos similares» o ambos se atraen «físicamente», mediante las mejores fotos, las cuales pasaron horas probando para dejar la mejor, nada va a ser mejor que escuchar el corazón cuando conocemos a ese a esa persona de manera real.
En la época digital nada de miradas, ni timidez, ni mariposas en el estómago. Ahora buscamos el amor como si fuera un trabajo, en vez de utilizar un CV, utilizamos un perfil bien actualizado para tratar de encontrar ese «amor» que pretendemos.
Es posible encontrar el amor con un primer contacto digital, sin embargo lo que realmente es necesario redescubrir es el placer de dejarse sorprender. Dejar algo al destino. Dejarse llevar por quien está de frente, con méritos y defectos.
Porque en la era de internet, parece todo perfecto, cuesta menos contar que todo es maravilloso, pero la verdad es que ahí fuera la perfección no existe. Es fácil impresionar, si de por medio hay una red social, pero solo gracias al contacto se entiende la verdad, quién está delante y si esa persona es realmente el amor verdadero o no.
No podemos renegar de la época que nos toca vivir, pero si podemos intentar conocer a esa otra persona de manera real, y entender que no todo lo que uno muestra en su perfil virtual es totalmente real. Comprendamos que el amor comienza por aceptarse a uno mismo, amando eso que nos hace especiales, y luego buscar esa belleza interior en la otra persona con quien queremos compartir nuestro amor.